Clase-tertulia
¿Qué es una clase-tertulia?
Las clases-tertulia representan un enfoque innovador en la educación de adultos, un modelo que prioriza el diálogo y la interacción como base del aprendizaje. No es solo una herramienta pedagógica, sino un espacio en el que la reflexión compartida y el pensamiento argumentativo se convierten en los ejes centrales del conocimiento.
En el ámbito de las Ciencias Sociales, donde el estudio de la sociedad y sus transformaciones requiere un análisis crítico y colectivo, esta metodología se muestra especialmente enriquecedora.
Inspiradas en las ideas de Jürgen Habermas, las tertulias parten de la comunicación racional como vehículo para la construcción de consensos y la comprensión mutua. Lejos de la transmisión unidireccional de información, estas sesiones fomentan el cuestionamiento y la participación activa, siguiendo la concepción de Jack Mezirow sobre el aprendizaje transformador. En este proceso, los estudiantes no solo adquieren nuevos conceptos, sino que también revisan sus creencias previas y desarrollan una mirada crítica sobre la realidad. Desde la perspectiva de Paulo Freire, la educación no puede ser un acto pasivo; debe ser un ejercicio de concienciación que capacite a las personas para interpretar y transformar el mundo que les rodea.
En la práctica, una clase-tertulia se desarrolla en torno a un detonante: un texto, una imagen, un documental o cualquier otro recurso que sirva como punto de partida para el análisis. Los participantes, con una preparación previa que les permite adentrarse en el tema, comparten sus impresiones, contrastan ideas y construyen una visión más rica y matizada del asunto tratado. El papel del docente es clave, no como figura que impone respuestas, sino como facilitador del debate, orientando la conversación dentro de un marco estructurado y basado en criterios científicos.
Desde esta óptica, las clases-tertulia se convierten en auténticos laboratorios de pensamiento, donde cada voz cuenta y donde el conocimiento se teje colectivamente. En el contexto de la educación de adultos, esta metodología no solo permite que los estudiantes adquieran contenidos, sino que además fortalece su autonomía intelectual, su capacidad argumentativa y su confianza en el poder del diálogo. Más allá de aprender sobre la historia o la sociedad, los participantes aprenden a participar en ellas, construyendo activamente su propio proceso de aprendizaje y, con él, su manera de interpretar y transformar el mundo.